El aumento de los costos en Europa está forzando a un número de empresas manufactureras cada vez mayor a buscar soluciones que les permitan externalizar todo tipo de tareas para hacerlas más asumibles en términos económicos. Esto pasa en buena medida por aprovechar la enorme capacidad industrial de Asia, una región donde no solo resulta mucho más económico gestionar una fábrica, sino donde también hay menos trabas burocráticas.
A cualquier empresa europea que quiera fabricar productos para distribuirlos en el continente le conviene considerar entonces la posibilidad de externalizar parte o la totalidad de su producción, ya que de otro modo podría enfrentarse a unos costes prohibitivos que harían inviable el precio final del producto. Sin embargo, no todos los productos se fabrican de la misma manera, y la descentralización tiene diferentes riesgos.
El costo de los materiales
A día de hoy, resulta muy difícil que una empresa europea pueda fabricar productos con unos costos tan competitivos como los de Asia. Sencillamente, los salarios en Europa son mucho más altos, y tanto el costo de los materiales como las cargas tributarias también son muy elevados. En Asia, en cambio, las empresas manufactureras no solo pueden pagar salarios mucho más bajos, sino que además pagan menos impuestos y consiguen los materiales a precios inferiores.
La posibilidad de obtener materiales a bajo precio es especialmente notable en China, donde la extracción de materias primas se realiza a una escala que difícilmente podemos encontrar en Europa. Las grandes empresas mineras y las industrias de procesamiento tienen una enorme demanda de infinidad de fábricas dentro del país, así que pueden invertir en unas economías de escala que en Europa sencillamente son imposibles de replicar.
La externalización de procesos intermedios
Si bien es posible importar sencillamente estos materiales para continuar con la producción en Europa, el ahorro en este caso sería muy inferior al que puede obtenerse mediante la externalización de procesos de fabricación. Ahora bien, en función del tipo de producto que se quiera fabricar, conviene retener en Europa las instancias de producción más complejas para prevenir el robo de tecnología.
Europa destaca especialmente por la producción de equipamiento químico o industrial como un valorador Karl Fischer, un sistema de dosificación o una máquina de envasado. Las empresas que producen este tipo de maquinaria avanzada difícilmente querrán externalizar la totalidad de sus procesos, porque implicaría ceder su tecnología a una competencia que, además, se encuentra en un territorio donde puede competir con menores costos.
El ahorro puede seguir siendo muy alto mediante la externalización de la producción de piezas y componentes que luego se ensamblan en Europa junto con los componentes más avanzados, que son los que se producen en el viejo continente. De este modo no se corre el riesgo de perder la tecnología frente a posibles competidores asiáticos, y se puede ofrecer el producto final a un precio mucho más competitivo.
Las claves del marketing
En el caso de los artículos más sencillos de producir –ya sean prendas de ropa, artículos para el hogar o cualquier otra cosa–, suele resultar mucho más conveniente externalizar la fabricación completa del producto e importarlo después en su estado final. Si bien existe el riesgo de que el diseño sea copiado posteriormente por diferentes empresas asiáticas, sencillamente el costo de producción en Europa puede hacer inviable su fabricación nacional.
En estos casos se combina la conveniencia de los menores costos de las fábricas asiáticas con una estrategia de marketing y presentación de marca que aportan a los productos un mayor nivel de distinción. Esto es lo que hace Inditex con la ubicación y el diseño de sus tiendas, o lo que hace Apple con el prestigio del iPhone. Aunque otras empresas pueden ofrecer productos similares, no disponen de una posición de privilegio en el mercado europeo.
La inversión en marketing también se puede hacer de forma externalizada, por ejemplo encargando las producciones audiovisuales o la gestión de las redes sociales a compañías situadas en diferentes países de América Latina. Y lo mismo puede hacerse con el servicio de atención al cliente. Todo esto permite mantener en Europa solo el personal indispensable para los departamentos esenciales de la compañía, ahorrando al máximo con riesgos mínimos.